Marcelo Rosende

Escritor

  • Facebook
  • Instagram
  • LinkedIn
  • Twitter
  • La noche de Tromsø
  • Quién soy
  • Prensa y Redes Sociales
  • Contacto
  • Spanish Courses Online

¿Qué es un manuscrito medieval? Crítica textual (Parte 1)

8 noviembre, 2016 Filed Under: Conocimientos de un escritor

Carlomagno recibiendo un manuscrito

Carlomagno recibiendo un manuscrito de Alcuino de York

Pintura de Jean-Victor Schnetz, 1830

Con esta entrada inauguro la sección:

Crítica textual para escritores de ciencia ficción y fantasía

😀

Supongamos que estamos leyendo el comienzo de una novela donde hay un manuscrito medieval, misterioso, secreto, capaz de derribar instituciones o de hacer tambalear tu modo de ver el mundo. El protagonista es Tomasito, un adolescente que trabaja en el mostrador de un local de comidas rápidas. Allí está tomando el refrigerio una secta ancestral, pongamos que son los “custodios del divino manuscrito”, muy aliviados porque han dejado atrás a sus perseguidores, los temibles “inquisidores de la santa verdad”.​

De que unos conserven u otros roben el manuscrito, depende el futuro del universo, el equilibrio de las fuerzas del bien y el mal, y el horario de Tomasito, que tiene que limpiar el recinto antes de cerrar para irse a casa a atender a su abuelita enferma.​

De repente, el descontrol: los inquisidores irrumpen en el comedero, los custodios también tienen armas, y todos se matan entre sí dejando a Tomasito el local hecho un asco y el manuscrito en sus manos. Nuestro héroe, a quien le importa más el bienestar de la humanidad que conservar su digno empleo, no lo duda un instante. Hojea el manuscrito, se da cuenta inmediatamente de lo que significa y sin perder más tiempo manda un mensaje de guasap a sus amigos, que dejarán lo que estén haciendo para frenar el Apocalipsis antes de la próxima luna llena, que será esa misma noche.​

Ejem... No sé tú, pero salvo que me hubiese reído a carcajadas, si hubiera estado buscando una historia con un mínimo de coherencia, habría arrojado esa novela al fuego en el momento en que Tomasito hojeaba el manuscrito y lo entendía, porque todo lo narrado sería posible, excepto encontrarse un manuscrito del que no se sabe nada, hojearlo como un menú de hamburguesería y comprenderlo en un santiamén.

¿Dudas de mi palabra? Intenta leer este fragmento:

Manuscrito esloveno copiado en letra minúscula carolingia

Manuscrito esloveno copiado en letra minúscula carolingia

¿Se entiende lo que dice? ¡Muy gracioso, no sabemos esloveno!

No te preocupes, hay otros en castellano que son más fáciles de leer:

Cantar de mio Cid, folio 1r

Cantar de mio Cid, folio 1r, transmitido por el único manuscrito conservado:

el Códice de Vivar

Bueno, ya estuvo bien. Ni Tomasito ni nadie tiene por qué haber estudiado paleografía. Si yo lo hice, que me joda por haber elegido una carrera de éxito económico y prestigio social asegurado. Esto no significa que tú debas saber paleografía para escribir una novela. Significa que si vas a meter un manuscrito en la historia, deberías tener una idea de en qué te estás metiendo o quedarías en ridículo, cosa que, por supuesto, no quieres.

Veamos, pues, qué es un manuscrito de antes de la imprenta.​

Qué es un manuscrito medieval: Aspectos materiales

​Empecemos por el principio, qué significa y dónde se escribía.

La palabra manuscrito viene del latín y significa escrito a mano, que era la única manera posible antes de la máquina de escribir.​

Según el momento histórico hubo distintos soportes para la escritura de los textos. El papel, que todavía usamos, fue el último en aparecer (si no pensamos en soportes electrónicos). Antes de eso se usó el pergamino. Y todavía antes, el papiro. Es cierto que también se usaron tablillas de cera o pedazos de jarrones rotos, pero Tomasito nunca hubiese recibido tales objetos, quiero creer, pues no servían para transmitir textos demasiado largos, sino más bien para hacer los deberes escolares o la lista de las compras.​

Lo que no puede ser es que la novela nos describa el manuscrito de Tomasito alternativamente como “papel”, “pergamino” o “papiro”, como si todos fuesen sinónimos de “papel viejo”.​

La diferencia fundamental entre papiro y pergamino es que el papiro es de origen vegetal y el pergamino es de origen animal.​

Papiro con textos jeroglíficos del Libro de los Muertos

Papiro con textos jeroglíficos del Libro de los Muertos

El papiro se elaboraba a base de un yuyo bastante abundante en las riberas del río Nilo. Gracias a esta planta, el antiguo Egipto tenía la posibilidad de contar con un soporte que le permitía llevar un registro de bienes. El papel también es de origen vegetal, pero el papiro es muy diferente: costaba mucho fabricarlo, no era tan terso ni dúctil como el moderno papel y, por si fuera poco, era un bien escaso en el resto del mundo.​

Pergamino que ilustra El pecado original, conservado en el Monasterio de El Escorial

Pergamino que ilustra El pecado original, conservado en el Monasterio de El Escorial

Su rival, la vecina Pérgamo, no tenía este vegetal, así que tuvo que recurrir a pieles de animales. Los habitantes de esa ciudad del Asia Menor aprendieron a curtir cueros de modo tal que luego sirvieran para escribir y, debido a su origen geográfico, se conoció a este material como “pergamino”.​

El uso del papiro desapareció en época medieval. En cuanto al papel, baste saber que se inventó en China hacia el siglo VII y más tarde los árabes lo llevaron a Occidente. La primera fábrica europea se fundó en España a mediados del siglo XII.​

Esto no implica que el papel haya reemplazado al pergamino, pues coexistieron durante varios siglos, lo que nos lleva a considerar otros aspectos importantes de la cultura manuscrita: la conservación y la transmisión.​

Códice de un Libro de horas

Códice de un Libro de horas

En cuanto a la conservación, el pergamino era más resistente y duraba más que el papel. Esto tenía una ventaja evidente en un contexto en que costaba mucho trabajo producir un códice, es decir, un manuscrito encuadernado de antes de la imprenta. En contrapartida, costaba mucho más caro, porque había que disponer de rebaños enteros para formar una biblioteca.​

Respecto de la transmisión, y teniendo en cuenta sólo los aspectos materiales, hay que notar que no había letras de molde y que la caligrafía variaba mucho de acuerdo a modas que iban cambiando. Así, por ejemplo, en época de Carlomagno, entre fines del siglo XIII y principios del IX, se decidió transcribir con un nuevo estilo caligráfico, la letra minúscula carolingia, los textos conservados hasta entonces. Aunque esto supuso el establecimiento de una letra más legible, hubo un daño colateral: las generaciones posteriores no supieron leer los textos que no habían sido transcriptos y, en consecuencia, fueron desechados y se perdieron.

Decía que hubo estos inconvenientes sólo teniendo en cuenta los aspectos materiales, porque hay otros aspectos, los sociales.​

Qué es un manuscrito medieval: Aspectos sociales​

Rábano Mauro, apoyado por Alcuino, ofrece un códice a Otgar de Maguncia

Rábano Mauro, apoyado por Alcuino, ofrece un códice a Otgar de Maguncia

Iluminación tomada de un manuscrito del monasterio de Fulda, c. 831-840

​En la Edad Media, más del 90% de la población no sabía leer ni escribir. Esto, debido a varios factores: la mayoría (los campesinos) producía alimentos para una minoría (los nobles) que se ocupaba de defenderlos en caso de necesidad. Los campesinos padecían ataques en caso de una amenaza externa o de que no entregasen suficientes bienes a sus señores (es decir, a los mismos nobles que los defendían). Aparte de estos dos estamentos, había un tercero, el de los oradores, que se dedicaban a rezar por el bien de todos. Cuando no estaban rezando, muchos de ellos, que eran monjes, se ponían a copiar textos para transmitir el patrimonio cultural.

​¿Cómo se llegó a que sólo los monjes supieran leer y escribir, y a veces, sólo leer o escribir? En efecto, leer y escribir eran dos habilidades que no siempre se poseían juntas. Un monje podía saber leer en voz alta y no ejecutar los trazos de la escritura. O al contrario, podía saber copiar los trazos muy bien y no tener idea de cómo se leían.

En el Imperio Romano de Occidente había escuelas, carreteras, una cierta paz y una tasa de alfabetización que no era la actual, pero más elevada que la que hubo en siglos posteriores. Lo que sucedió fueron las invasiones bárbaras, el abandono de las ciudades, el repliegue hacia la vida rural y la destrucción de todo un modo de vida. El resultado fue que durante siglos los monasterios conservaran la cultura manuscrita. Si algo nos llegó del pasado, se lo debemos en gran medida a los monasterios.​

En aquel tiempo, se daba la mayor importancia a los textos religiosos. Es decir, se copiaba la Biblia con mucho cuidado. También se copiaban otros tipos de textos, como documentos administrativos, historias de reyes, etc. Y más tarde, si había excedente de materiales, se copiaban otros textos literarios, como poemas épicos. Dejo aparte para otra ocasión si los poemas épicos se copiaron o fueron compuestos oralmente, porque es como el tema del huevo y la gallina. Prefiero que nos centremos en que a los textos sagrados se los copiaba con extremo celo, a los documentos y las crónicas reales se las copiaba con el mismo celo si el escriba era oficialista, y al resto de los textos se las copiaba con celo si al copista le parecía que no había ningún error.​

No sé si captas los alcances de lo que acabo de decir:​

  • ​En el caso de los textos sagrados, no había variantes en la copia excepto si había un error del copista.
  • En el caso de los documentos y las crónicas, había variantes por error y por tergiversación.
  • En el caso de los poemas, había variantes por error y por el afán de corregir según el criterio individual de cada copista (incluso de corregir aquello que no necesitaba ser corregido).

La clave de este proceso, como habrás advertido, es la palabra copia.

Imaginemos que tenemos el siguiente texto: “La pérdida de mi madre”. Viene un monje, lee un pergamino medio apolillado y copia “la perdida de mi madre”… En este caso, no habría mala fe. Salvo que efectivamente se tratase de la madre del monje y él estuviera resentido por algún episodio vergonzoso.​

Si semejante caso hubiese sido extraído de un texto sagrado, no cabría esperar sino un lamentable error del copista. En cambio, si proviniera de una crónica medieval, podría deberse a un error o, si el copista trabajó a las órdenes de un rey posterior, enemigo de la dinastía anterior, a una tergiversación del texto.​

Pero, bueno, este es un ejemplo ficticio: los manuscritos no tenían tildes. Ni siquiera había reglas de ortografía, es posible encontrar en un folio la misma palabra escrita tres veces de manera diferente.​

Independientemente de que se pueda establecer si las copias trasmiten errores o falseamientos de sus fuentes, lo que quiero destacar ahora es que la cultura manuscrita se caracteriza porque los textos son inestables. No hay dos manuscritos iguales, al contrario de lo que sucede con el libro impreso, donde sí hay (muchos más de) dos ejemplares iguales.​

Conclusión

Tomasito, el protagonista del mes

Tomasito, el protagonista del mes

Si te había parecido una tontería que Tomasito, aunque es una lumbrera, lo comprendiera todo de una hojeada, ahora te darás cuenta de que, además, el tesoro disputado por los “custodios del divino manuscrito” y los “inquisidores de la santa verdad” encierra un problema mayor.

Ese manuscrito, cualquier manuscrito, es único en su especie, no el único superviviente de una edición de miles de ejemplares, producto de la imprenta. Si así fuera, aunque quedase uno solo de ellos en el mundo, sabrías con un grado de certeza razonable de dónde viene lo que estás leyendo: ¿ves cuál es el problema?

El que un manuscrito diga lo que sea, no significa que sus palabras transmitan aquello que el autor tuvo la intención de escribir, sea verdadero o no. No es cosa que pueda tomarse a la ligera, estamos en presencia de un texto proveniente de una cultura que, debido a las particularidades de la transmisión manuscrita, se caracteriza por la inestabilidad. Esto significa que las palabras varían de un manuscrito a otro. ¡Imagínate que custodios e inquisidores se hubiesen masacrado por la copia espuria de un texto perdido! Dios no lo permita.

Ese es, precisamente, el problema del que se ocupa la crítica textual, y de ello, como no es moco de pavo, hablaré en otra entrada.

Ahora, tú, querido lector de una época en que escribe cualquiera, como puedes ver aquí 😉

  • ¿Conoces novelas como las de Tomasito? ¿Cuáles son? ¿Te provocan urticaria? 😀
  • ¿Significa esto que no se pueden meter manuscritos en la trama de una novela?

DE REGALO

Cómo aprovechar una mitología ya existente en tu novela de ciencia ficción y fantasía
SUSCRIPCIÓN

COMPARTE EN LAS REDES SOCIALES

Comments

  1. Carlos E. Ferro says

    10 noviembre, 2016 at 3:47

    Ehhhh… Yo pude leer el manuscrito del Cid, ¿significa que tengo un problema, doctor?
    Muy buen artículo, aunque me despertó intriga qué pueden hacer Tomasito y sus amigos para detener el Apocalipsis.
    Me hizo reflexionar bastante sobre los problemas del manuscrito y la transmisión de cultura. Ingenuamente, pensaba que con la escritura se había resuelto un gran problema, el de la transmisión oral y la dependencia de memoria y creatividad… sin ver cuán parcial era todavía esa solución.

    Responder
    • Marcelo Rosende says

      10 noviembre, 2016 at 17:36

      Jajaja, ningún problema, al contrario: no cambie la graduación de sus anteojos de lectura. En cuanto a Tomasito, voy a intentar satisfacer tu curiosidad en futuras entradas 😉 También hablaré de esos temas, que son el tema de la crítica textual. Por supuesto que la escritura resolvió un gran problema, la transmisión y la conservación ya no dependieron exclusivamente de la oralidad y la memoria. Pero es cierto que si a veces no nos fiamos totalmente de nuestras fuentes actuales, ¿por qué íbamos a hacerlo ciegamente de unas fuentes manuscritas que tienen siglos de antigüedad?

      Responder

Deja una respuesta Cancelar la respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *

Este sitio usa Akismet para reducir el spam. Aprende cómo se procesan los datos de tus comentarios.

REGALO

Cómo aprovechar una mitología ya existente en tu novela de ciencia ficción y fantasía

Buscar

Comentarios Recientes

  • Marcelo Rosende en ¿Qué es la Teoría del texto narrativo y por qué debería importarte?
  • Piqui en ¿Qué es la Teoría del texto narrativo y por qué debería importarte?
  • Marcelo Rosende en ¿Qué es la Teoría del texto narrativo y por qué debería importarte?
  • Melisa en ¿Qué es la Teoría del texto narrativo y por qué debería importarte?
  • Marcelo Rosende en ¿Es peor un libro digital que uno en papel?
  • Victoria en ¿Es peor un libro digital que uno en papel?
  • Marcelo Rosende en ¿Qué es la Teoría del texto narrativo y por qué debería importarte?
  • Doris Edith en ¿Qué es la Teoría del texto narrativo y por qué debería importarte?
  • Marcelo Rosende en Guía de lectura
  • Adrian Meixueiro Ruiz en Guía de lectura
  • Adrian Meixueiro Ruiz en Guía de lectura
  • Marcelo Rosende en Una cerilla y las redes. Sobre Laura Gallego y escribir bien
  • Aida Albiar en Una cerilla y las redes. Sobre Laura Gallego y escribir bien
  • Marcelo Rosende en ¿Cómo renovar un tópico literario? El oculista de Israel Alonso
  • Carlos E. Ferro en ¿Cómo renovar un tópico literario? El oculista de Israel Alonso
  • Marcelo Rosende en ¿Qué es la Teoría del texto narrativo y por qué debería importarte?
  • Marcelo Rosende en Cómo hacer Worldbuilding según Umberto Eco
  • Mavi Romano en ¿Qué es la Teoría del texto narrativo y por qué debería importarte?
  • Javier en Cómo hacer Worldbuilding según Umberto Eco
  • Marcelo Rosende en ¿Qué es una edición crítica? Crítica textual (Parte 2)
  • Juan en ¿Qué es una edición crítica? Crítica textual (Parte 2)
  • Marcelo Rosende en Guía de lectura
  • Cristobal Cortes en Guía de lectura
  • Marcelo Rosende en Consejos para publicar tu primera novela (y cómo sufrirlos)
  • Mariana Eguaras en Consejos para publicar tu primera novela (y cómo sufrirlos)
  • Marcelo Rosende en Teología ficción y claves de lectura: El pescador de demonios, de Steve Redwood

Copyright © 2021 www.marcelorosende.com · Todos los derechos reservados · Legal · Política de Cookies

Utilizamos cookies para asegurar que damos la mejor experiencia al usuario en nuestra web. Si sigues utilizando este sitio asumiremos que estás de acuerdo.Estoy de acuerdoPolítica de privacidad