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Teología ficción y claves de lectura: El pescador de demonios, de Steve Redwood

6 diciembre, 2016 Filed Under: Lecturas de un escritor

Teología ficción: El pescador de demonios, de Steve Redwood

Gracias a que Steve Redwood comentó en Facebook mi análisis sobre La locura de Dios, de Juan Miguel Aguilera, nos pusimos a conversar y descubrí que había escrito lo que yo llamo una auténtica novela de Teología ficción: El pescador de demonios (Ed. El tercer nombre). La sinopsis captó mi atención de inmediato. Como Steve es modesto, me sugirió que si me interesaban las distintas voces narrativas mejor leyese Simetrías rotas (Ed. Sportula). Tomé nota, pero le contesté que El pescador de demonios me interesaba más de lo que podría decirle en dos líneas.

No quise hacerme el misterioso ni tenderle una trampa a Steve, no hay motivo. Como apenas nos conocíamos, no me pareció bien decirle que yo también había escrito una novela que toma como materia literaria los primeros capítulos del Génesis.

Hay muchas otras novelas que también lo hacen:

  • Mark Twain, Diario de Adán y Eva
  • Gioconda Belli, El infinito en la palma de la mano
  • José Saramago, Caín

Pero ¿cómo podía no estar interesado?

Esta novela es más graciosa que la de Twain, no ganó el premio Planeta y está mejor escrita que la de Saramago. Es decir, es una obra de calidad.​

Además, El pescador de demonios encaja perfectamente en la guía de lectura, y era la primera vez que tenía ocasión de leer a un autor de nuestro género que se había ocupado del mito bíblico, y de poder conversar con él.

Lo último que diré con respecto a mi novela, porque no es mi propósito compararlas, es que me asombran y alegran estas dos cosas:​

  • La cantidad de elementos en común
  • Pese a ellos, lo completamente diferentes que son la una de la otra (como también lo son de las arriba mencionadas)

Hecha esta declaración de intenciones, hablemos sin más demora del libro de Steve (y sin spoilers) 🙂

Ficción especulativa

Visiones peligrosas

Visiones peligrosas

En la Introducción a Visiones peligrosas, dice Harlan Ellison acerca de las características de las historias de su célebre antología:

Existe una camarilla de críticos, analistas y lectores que pretenden que el “mero entretenimiento” no es suficiente, que una historia debe tener también vigor y sustancia, un profundo mensaje filosófico o superabundancia de superciencia. Si bien sus afirmaciones poseen un cierto mérito, lo cierto es que demasiado a menudo se han convertido en la razón de ser de la ficción, su preocupación pontificadora de decir cosas[…] Por fortuna, este libro parece dirigirse directamente hacia el área de en medio. Cada historia es casi obstinadamente entretenida.

Esto aplica perfectamente a El pescador de demonios. Se ocupa nada menos que del problema de la existencia del mal en un cosmos creado, según la versión oficial del mito, por un Dios omnipotente y bueno. Pero lo hace a través del humor y la aventura.

Es una comedia irreverente dividida en tres actos:

  1. El tratado del Edén
  2. De visita en el Infierno
  3. Sangre sobre el Cielo​

El tratado del Edén nos lleva hasta los orígenes. Se habla de la creación de los ángeles y del mundo, del conflicto surgido a partir de la prioridad de los primeros creados y de los hombres, de los planes de Satán para llevarse a Eva consigo y del tratado que da nombre a esta parte de libro. En dicho tratado, a instancias del diablo y los arcángeles, Dios se obliga a firmar un acuerdo que sentará las bases de toda la historia posterior.

La segunda parte comienza con un salto temporal de miles de años, en la navidad de 1999. Ese día, San Pedro decide viajar al Infierno para tentar al mismísimo rey. Su deseo es detener el Apocalipsis, por motivos puramente egoístas.

En Sangre sobre el Cielo, llegamos a la resolución de este escenario. Si quieres enterarte de cómo, lee la novela. Te va a gustar 😉

El problema del mal

Jeffrey Burton Russel

Jeffrey Burton Russell en mi escritorio

Ya mencioné cuál es el tema de El pescador de demonios. Aquí me ocuparé de explicarlo. Para los fundamentos teóricos, me remito a Jeffrey Burton Russell.

¿En qué consiste el problema del mal?

El problema del mal

​El aspecto más agudo del problema del mal para el judaísmo, el cristianismo, el islamismo, y todas las religiones monoteístas, es la reconciliación del poder y la bondad de Dios con la existencia del mal[…] El problema se expresa a menudo en un silogismo:

  • Dios es omnipotente (omnisciente y todopoderoso); tiene capacidad para crear un cosmos en el que no exista el mal.
  • Dios es enteramente bueno y desea un cosmos en el que no exista el mal.
  • Por consiguiente, el mal no puede existir.
  • Pero constatamos que el mal sí existe.
  • Por consiguiente, Dios no existe.

​

​Las respuestas teológicas tradicionales a ese argumento no han sido ni suficientes ni concluyentes[…]

​Un modo de avanzar en la solución del problema es conciliar la omnipotencia de Dios con el libre albedrío o la indeterminación de los seres[…] Habrá permitido el mal como una concomitancia necesaria de esa libertad sin la cual no podría existir la bondad moral. Según ese argumento, Dios elige limitar su omnipotencia para que entre en juego la bondad de la autonomía. El argumento tiene dos inconvenientes importantes.

Uno de ellos es que la magnitud del sufrimiento en el mundo supera lo necesario para el ejercicio del libre albedrío.

El otro es que no explica nada sobre la meningitis o los tornados, dado que el libre albedrío no parece tener mucho que ver con las enfermedades o los desastres naturales. Dios sigue siendo responsable de un mundo en el que la cantidad de sufrimiento supera, con mucho, la necesaria para el ejercicio de la libertad de opción humana.

Ante el dilema, algo se consigue si se plantea la existencia del diablo: es posible que la superabundancia de sufrimiento sea consecuencia de la libre elección del mal por parte del ángel Lucifer y que el mal natural resulte de su pecado. Pero eso no resuelve el dilema, porque Dios sigue siendo responsable de un cosmos en el que permite que haya horrores como resultado de una opción adoptada por un ser creado. Dios podía haber creado el cosmos con una fuerte limitación sobre la acción del mal. La teodicea del proceso sugiere que el problema puede evitarse si se extiende la autonomía a todas las entidades (no sólo a los seres humanos y los ángeles) y se niega o se limita el conocimiento del futuro por parte de Dios.

Jeffrey Burton Russell, Lucifer          

​En El pescador de demonios, Dios es un personaje presente, lo vemos actuar. Dado que expresa dudas, tiene la necesidad de espiar a otros para enterarse de cuáles son sus acciones, la novela resuelve el problema del mal limitando la omnipotencia de Dios.

Soy un dios forjado en el Crisol Nebuloso. Todas las cosas son posibles, todas las cosas deberían ser posibles para un dios. Sin embargo, había sido él mismo quien creara la imposibilidad: un Juramento Nebuloso no puede incumplirse sin correr el riesgo de dañar el mismísimo universo. Su primer hombre, su primera mujer y su primera serpiente irían al Infierno. ¿Y por qué? Porque él mismo había decretado que así fuera, él mismo había otorgado a Satán el poder que ahora tenía. Y una vez más, ¿por qué? Porque el primer hombre había sido irritable y malhumorado, y no lo había tratado como, siendo un dios, se hubiera esperado.

Todas las cosas son posibles para un dios, todas las cosas deberían ser posibles…

Y de repente: ¡Ya lo tengo! Verificó las palabras del Tratado y en su semblante se dibujó una sonrisa que sólo podría llamarse diabólica.​

Así pues, un escritor tiene dos posibilidades: ignorar el problema o intentar abordarlo. Redwood no lo elude, desde luego, lo encara con sentido del humor. De esto resulta no sólo una novela divertida, sino también revulsiva, capaz de generar pensamiento crítico, eficaz para cuestionar creencias. En efecto, gracias al humor, puede forzar los núcleos narrativos del mito, de lo cual ya he hablado en otro lugar. Con esta licencia, la acción se desarrolla a través de una cadena de errores, astucias, trampas y torpezas que involucran al mismo Dios.

Sentido del humor

He leído en alguna reseña, de cuyo blog no quiero acordarme, a modo de crítica, que el humor de este libro es grosero. ¿Qué diría Cervantes de esto? Seguro que no le importaría, mientras esté bien utilizado. No es tarea nada fácil pasar airoso por todas las facetas del humor escatológico (en todas las acepciones del término).

Además, la novela tiene distintos niveles de lectura, con múltiples intertextos. Pongo unos ejemplos:

Harrison Ford como el vizconde Medardo

Harrison Ford como el vizconde Medardo

En la cara que Satán pone al recibir a San Pedro en el Infierno:

​La expresión de su cara [la de Satán] le recordó a Pedro al vizconde Medardo de Calvino, quien en una batalla fue demediado en dos mitades exactas, independientes y antagonistas. Se preguntó cómo era posible que Satán sonriera con una mitad de la boca mientras le gruñía con la otra.

El principito

​En el mensaje que Eva le entrega a Pedro para las serpientes:

Cada uno es responsable para siempre de aquello que ha domesticado.​

El monte del destino

En la descripción del paseo por el Infierno:

La mancha del horizonte resultó ser una montaña, o incluso un volcán, ya que tenía un matiz rojizo. El sol estaba ahora justo encima de ella, como si fuera el Ojo de Sauron.​

También hay alusiones pictóricas.

El Bosco, El jardín de las delicias

El Bosco, El jardín de las delicias, fragmento del Infierno

Así describe la “Sala de Tratamiento Uno”, adonde Satán lleva a San Pedro:​

De las paredes colgaban pinturas de El Bosco, Bacon y Kandinsky, y un par de grabados antiguos que mostraban las brujas de Salem.

​Me hubiese gustado también que Satán tuviera en la pared El triunfo de la muerte, pero nadie es perfecto 😉

Hay muchos otros casos como estos, debidamente dosificados a lo largo de las páginas, para que el lector disfrute sin sentirse empalagado.​

Teología ficción

Monty Python, La vida de Brian (1979)

Al principio del post dije que esta es una auténtica novela de Teología Ficción. Por supuesto, esto es una ocurrencia mía, y habría que ver si estás de acuerdo. Si se te ocurre una denominación mejor para este tipo de novelas, estaré encantado de leerte en los comentarios. Me darás la ocasión de rectificarme 😉

Veamos algunos elementos que justificarían etiquetar así a esta novela:

En primer lugar, ¿es una novela de ciencia ficción o de fantasía? A mí no me importa la delimitación, al contrario. Quiero señalar que esta novela tiene elementos de ciencia ficción, aunque predomine la fantasía:

El 25 de diciembre de 1999. San Pedro cerró sigilosamente las Puertas del Cielo tras de sí y emprendió un viaje del que, en realidad, no esperaba volver jamás.

La primera parte del viaje, hasta la Estación de Tránsito, la había hecho infinidad de veces. Como era habitual al acercarse al Limbo, lo primero que se veía a través de la ventanilla de la lanzadera eran las Redes que se extendían hacia las profundidades del espacio como gigantescas telarañas, preparadas para recibir y atapar a las almas antes de que se perdieran inexorablemente en los Pozos de lado oscuro de Zindor.

A propósito de Zindor, Dios está condicionado por otras fuerzas:

La Fuerza vital Universal de Zindor, la suprema maravilla del universo, la que sólo se encontraba en un único sitio, un sitio que sólo conocían los dioses nebulosos: en los terroríficos Pozos de Zindor. Unos pozos tan profundos que llegaban hasta los mismos confines del universo y, en el fondo de los pozos, se encontraba esa sustancia palpitante y vibrante, llena de potencia: la Arcilla de Zindor. La misma fuente de la vida. Dios se acordaba del descenso a los Pozos, y se acordaba también del ascenso para volver. Entre uno y otro hubo un esfuerzo enorme, una titánica lucha contra las fuerzas de la desintegración. Y al final, la Fuz cedió a la maestría de Dis. Aceptó su control. Permitió que la anarquía destructiva de su fuerza vital concentrada se canalizara y se limitara. Y Dios aprendió a formar la Arcilla[…]

¿Hay diferencias con el mito bíblico? Muchas: Dios no crea todo a partir de la nada, ni lo hace solo con la palabra sino con mucho esfuerzo, a riesgo de ser desintegrado, aprendiendo…

En la novela, los personajes se esfuerzan por escribir una historia alternativa:

Mientras Satán se dedicaba a sus fantasías, dejaba las riendas del poder en manos de su ayudante. Belial le alentaba en su irrealidad, e incluso fue Belial quien tuvo la idea de escribir la Historia de la Gran Rebelión. De hecho, aquella falsa Historia tuvo un efecto muy positivo en el Infierno, pues proporcionaba a los ángeles deshechos el consuelo de unos recuerdos falsos. El mito de los Compañeros Invencibles que renunciaron deliberadamente a la vida fácil en el Cielo les curó la enfermedad de la humillación e incluso les trajo cierta paz.

Descubrimos, por otra parte, que Satán no es tan malo como lo pinta la tradición, entre otras cosas porque se interesa sobre el sentido del amor:

​El amor es la pasión que enlaza eternidades. El amor es la estrecha unión de dos espíritus más allá de la infinidad. El amor es el ritmo sempiterno de la luz de las estrellas. El amor es el suspiro lastimero de la imposibilidad.

Sí, no importa que es deliberadamente cursi, sino que su lamento tiene relación con otro tema más grave e insospechado: ¿Quiénes fueron los verdaderos padres de Caín y Abel?

¿Cuál fue el motivo de la elección de la Virgen María como madre de Dios? ¿Por qué Dios quería que su hijo viviera en la Tierra?

Me perdonarás que no te lo cuente, mejor lee la novela.

Termino con una última alusión al protagonista y a su creador. El primero, que fue pescador de hombres, acaba devenido pescador de demonios. Habría tenido un futuro promisorio como tentador, le reconoce Mefistófeles. Sin embargo, como le echan en cara al final, sigue intentando engañar al personal con pescado podrido.​

En cuanto a Dios, pese a todo, no deja de reconocer su propia impotencia:

—Este Belial es demasiado listo —dijo Dios—. Podría estropearlo todo.​

—Impídeselo —recomendó Rafael—. ¿Vas a permitir que una sola persona acabe con el plan?​

—No es ningún plan —le reprendió Dios con amabilidad—. Son cosas que pasan. No puedo interferir. Mis creaciones deben ser libres para actuar, o nunca se librarán de mí.​

—Me dijiste que la creación de la Bestia fue un error. ¿Tendrán que sufrir otros por tu error?​

—Sí —susurró Dios—. Esa es la verdadera tragedia de ser un dios: los demás tienen que pagar por nuestros errores. No podemos deshacer lo que hemos hecho.​

😀

Ojalá te hayan dado ganas de leer El pescador de demonios

¿Te interesa este tema dentro de la ciencia ficción y la fantasía?

¿Estás de acuerdo con catalogar esta novela de TEOLOGÍA FICCIÓN? ¿Sí, no, por qué?​

¿Qué otras novelas pertenecerían a este grupo?

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Comments

  1. Steve Redwood says

    8 diciembre, 2016 at 0:15

    ¡Síii, ya tengo ganas de leer esta novela! Muy interesante tu análisis, aunque si es teología ficción, creo que es más por accidente que a propósito. En el mundo real, la maldad es mucho más fuerte que la bondad (mira Alepo), y por eso quería una fantasía en que Dios sí que es bueno, pero ser bueno no es suficiente. En realidad, se trata de docenas de historias de amor. Sí, leí algunos libros sobre la religión, pero mi intención era aceptar todo lo que dice la Biblia como si fuera literalmente la verdad, por eso las primeras páginas que han cabreado a mucha gente! Acabo de leer un libro que es cien veces mejor que el mío, El Maestro y Margarita, de Bulgakov, seguro que lo habrás leído. Y muy famoso también es el relato de Mike Moorcock, ‘Behold the Man’ (‘He aquí el hombre’), y el cuento de Borges. Como decía Ellison, la Biblia es una fuente inagotable de historias, mitos, ideas, excusas… De nuevo, gracias por tu esfuerzo.

    Responder
    • Marcelo Rosende says

      8 diciembre, 2016 at 18:24

      ¡Bienvenido, Steve! De nada, la lectura fue un descubrimiento y un placer. Al calificar tu novela como “Teología ficción”, quise comenzar a agrupar historias de ciencia ficción o de fantasía que compartan determinadas características (como las que analizo en el post). Verás: hace dos meses surgió una conversación en Facebook sobre si existía la literatura fantástica de temática religiosa. Vi que había lectores del género auténticamente interesados, y me pareció una buena idea hablar de los libros que considerase más valiosos en el blog. Me gustaría construir un espacio de referencia para esta literatura (tengo mis motivos 😉 ).
      Dicho esto, también es cierto que en la web llaman “Teología ficción” a otros relatos que no tienen nada que ver. En fin, yo mismo tengo dudas acerca de la validez de la etiqueta. Si es inapropiada, por favor, dímelo y la elimino. Insisto: lo que quiero es acercar este tipo de libros a lectores posiblemente interesados, no soy un talibán de las taxonomías.
      El hecho que hayas aceptado lo que dice la Biblia como si fuera literalmente la verdad, me encanta. Quiero saber más acerca de la recepción de tu novela. ¿Hay algo que pueda leer sobre eso?
      No conocía el libro de Bulgakov, gracias por mencionármelo. Me lo regalaré para Navidad 🙂
      ¡Un abrazo!

      Responder

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